DIEGO ZORILLA PEDRO MANUEL GARCIA CARPINTERO Y ZORRILLA Y LA CASA DEL CANTÓN DE QUECEDO PARTE DE LA HISTORIA DE UNA ESCRIBANÍA PÚBLICA (Juanra Seco).

El escribano público del que hereda nuestro común abuelo Pedro García Ruiz (en realidad Pedro Manuel García Carpintero y Zorrilla, como te demostraré) el oficio de escribano, era nuestro también común abuelo Diego de Zorrilla (ya se que te cuadra mejor llamarle Gómez de Zorrilla, pero las cosas son como son y no como uno quiere que parezcan) escribano público en Medina de Pomar. Este abuelito, muy probablemente nacido en Población sobre 1580 (no hay partidas de bautismo de esa época en Población, pero tengo un Diego de Zorrilla que interviene como testigo en la probanza de nobleza para tomar el hábito de Santiago por Pedro Velez de Valdivielso y Fernández del Campo en 1644, en cuya fecha de declaración confiesa tener 64 años, estoy tratando desesperadamente de hacerme con sus protocolos notariales para confirmar todo lo anterior) que se casa en Toba con María Gómez de Zorrilla y Fernández de Huidobro (donde había nacido esta sobre 1590).
Nuestro abuelito Diego ya había fallecido el 8 de Febrero de 1650 en que se firman las capitulaciones matrimoniales (puedes encontrarlas en el anexo-instrumento 9º del expediente de José Ignacio García de Huidobro y Morande) para el matrimonio de su hija María Zorrilla y Gómez de Zorrilla (por más que se empeñase en tomar el apellido materno, algo muy frecuente en las hijas en aquella época, lo raro es que también algún hermano varón prefiriera hacer lo mismo, como es el caso del tantos años cura beneficiado de Quecedo Gregorio Francisco, que bautizó al padre del marqués, a la madre y a todos los hijos de estos, entre otros muchos, pues fue cura de Quecedo entre poco después de 1650 y el 19/5/1721 en que fallece, casi 70 años ejerciendo de cura da para firmar muchas partidas sacramentales –tantos años de cura, le forzaron a firmar finalmente simplemente como Gregorio Gómez-) y  Juan García Carpintero y Ruiz de Valdivielso, que ejercía ya de Alguacil Mayor en Medina de Pomar.
Debido al fallecimiento de Diego, las capitulaciones las firman por parte de la novia, su madre, María Gómez de Zorrilla  y Fernández de Huidobro. Y, por parte del novio, dado que a esa fecha nuestro abuelito el alguacil ya era huérfano de padre (Miguel García Carpintero y Alonso, el familiar del santo Oficio) su madre Catalina Ruiz de Quecedo y Vélez de Valdivielso (que como puedes comprobar en ese expediente se hacía llamar Catalina Ruiz de Valdivielso, sin duda para recordar su origen en el poderoso linaje de los Ruiz de Valdivielso de Hoz que por tener, tuvieron hasta un cardenal en Sicilia). La dote que lleva al matrimonio nuestra abuelita María Zorrilla y Gómez de Zorrilla, según se mire, no parece tan grande: la legítima de su padre (faltaría más), la cama de nogal de sus padres, parte de su ajuar, 350 ducados (que ya eran tela entonces) y unos bienes raíces que tiene en Quecedo (¿fincas en Quecedo?, en una familia que descendía de Población y Toba, a lo mejor tiene razón nuestro primo Roberto Burgos Ballesteros y habría que buscar el origen de alguno de ellos en los Gómez de Quecedo, si los del primer escudo de las Casas del Poyo, a ello le apoya –valga el pleonasmo- que una hermana de nuestro abuelito Pedro Manuel, María García Carpintero se empeñó en llevar por segundo apellido el Gómez de Quecedo y no el Gómez de Zorrilla, como figura en su PME con Juan Huidobro y San Martín celebrado en Quecedo el 23/6/1680, por cierto estos hermanos naturales de Medina, tuvieron la manía de casarse en Quecedo, pues allí se caso también un hermano mayor de nuestro Pedro Manuel, como su padre de nombre Juan que casó, con Juana Huidobro y San Martín, por tanto hermana del marido de su hermana María). Creo que, para compensar lo anterior, luego le entregaría a su nieto Pedro Manuel, nacido 13 años después, los derechos que tenía sobre la escribanía pública de su abuelo materno. Que, como ya no la podía ejercer en Medina pues no podía estar más de 30 años vacante la misma (suma a los 13 años un tiempo prudencial de formación como escribano, al menos aprender a leer, escribir, las cuentas, sobre todo si tenemos en cuenta que fue escribano real de Hacienda, hubo de trasladar su sede a Quecedo).  
Lo que se llevó de dote matrimonial nuestro abuelito el alguacil mayor de Medina parece más sustancioso: 870 Ducados en bienes raíces en Quecedo (que no incluía casa, pues si no, no se entiende bien porque tuvo que comprar este la Casa del Cantón para montar la escribanía), muebles, ganado (¿para que los quería el alguacil en Medina?), más 30 ducados (lo que harían 900) que entregaba directamente a la que iba a ser su nuera en atención a “sus prendas y nobleza”, y otros 120  en metálico más a su hijo (lo que suma 1020 ducados) y lo que parece más importante de todo, al menos para conocer que ambos eran buenos cazadores, “la escopeta buena de su padre”, señal de que este había tenido más escopetas. Supongo que esas otras escopetas las heredaría su hermano mayor Miguel “el menor en días” García Carpintero y Ruiz de Valdivielso (nacido en Quecedo el 21/5/1623 y casado primero en Condado con Ángela María de Torres y Rodríguez y en segundas nupcias con Catalina de la Garza en Quecedo el 16/10/1661) y las otras sus hermanos Buenaventura y Alonso, el benjamín de todos los 11 hijos que tuvo el familiar del Santo Oficio con Catalina Ruiz de Valdivielso.
Por otro lado, me parece un dato aparentemente extraño aquí. Cuento con la partida de defunción del Alguacil de Medina Don Juan García Carpintero y Ruiz Valdivielso (fallece en Medina en 17/6/1676, hay una copia de su PDFE en el mismo expediente de José Ignacio García de Huidobro y Morande, Anexo-Instrumento 10 del mismo). También con la de su madre María Gómez de Zorrilla (esta había fallecido más de 6 años antes, en concreto el 23/2/1670 en Quecedo, supongo que en casa de su hermano el cura Don Gregorio). Si tenemos en cuenta que nuestro Pedro Manuel había nacido en 1663: ¿ que hacía su madre viviendo en Quecedo, sin su marido? (máxime cuando entonces era impensable el divorcio). Pues muy sencillo, se había traslado a Valdivielso con su hijo pequeño Pedro Manuel, para que este pudiese estudiar para escribano en la escuela que habían fundado en Arroyo los Díaz de la Torre en la que conocemos hoy como casa del Salao (esta escuela, fundada como obra pía por la viuda del escribano real Sebastián Díaz de la Torre y González, llamada Clara Rodríguez de Caycedo, en su testamento de 13/4/1631, tengo el expediente completo de esta obra pía). Y allí siguió nuestro Pedro Manuel, tras quedar huérfano de madre con apenas 7 años, evidentemente al cuidado de su tío el cura Gregorio (un segundo padre para él). Era prioritario que este estudiase para escribano para no perder los derechos hereditarios sobre la escribanía de su abuelo Diego Zorrilla. Y tras la muerte de su madre fue el tío Gregorio el que más insistió en que se quedase a su cuidado en Quecedo, entre otras cosas porque el cura tampoco quería que se perdiesen los derechos hereditarios sobre la escribanía de su padre y a la que él, por ser cura, no podía  optar. Dado que al cura le gustaba mucho andar (por eso fue tan longevo, murió con más de 90 años) todos los días, muy de mañana y antes de decir misa, acompañaba a su sobrino por el camino de la Sabuca hasta Arroyo y luego regresaba por el camino de la Encina de la Dehesa para decir misa en la parroquial de Santa Olalla de Mérida. Al regresar por la tarde (en la escuela se les daba también de comer) su sobrino de Arroyo le tomaba las lecciones (parece que algún capón que otro tuvo que darle) y le ayudó enormemente para ser muy joven escribano, poco antes de cumplir los 20 años. En esta misma escuela estudiarían después otros cuantos escribanos públicos que hemos tenido en la familia (el hermano del marqués, mi abuelito Juan Gregorio, el hijo de este García Eleuterio, Manuel González Villa y García de Huidobro -hermanastro de madre de mi abuelo Manuel María Seco de Fontecha y García de Huidobro-, último escribano público en esta casa que deja de serlo a su muerte el 15/12/1867.

Una vez hecho escribano es su padre el que toma las riendas del asunto. Y, poco antes de morir en 1676, compra en Medina a  una tal Águeda María (sin duda apellidaba Huidobro, oriunda de Quecedo, en concreto de la casa torre de los Huidobro-Incinillas de Quecedo, en una rama muy probablemente emparentada con nuestro abuelo José de Huidobro, el padre de nuestra abuela Francisca Antonia –la madre del marqués-, pues os pongáis como os pongáis, tiene razón el primo Rodrigo Burgos Ballesteros y el escudo de la Casa del Cantón es un escudo de armas del linaje Huidobro, de ahí el gran interés del marqués en llevar de primer apellido, aunque fuese compuesto, el Huidobro y así decir que ese era su escudo de armas). En ella, con la visita diaria correspondiente del tío Gregorio con el que seguía viviendo (al que estaría muy unido hasta el fin de sus días, no olvidéis que, pese a tener cerca de 90 años cuando muere su sobrino Pedro Manuel en 1715, este le nombraría su primer cabezalero testamentario) comienza a ejercer de escribano al tiempo que completa la reparación de la misma (al parecer llevaba algún tiempo vacía). No se traslada a vivir a la misma hasta que el 8 de abril de 1692 se casa con nuestra abuela Francisca Antonia Huidobro y García de Huidobro, y en ella nacieron sus 10 hijos, incluida “mi hija chica” como la llama su padre en su testamento, Lorenza García de Huidobro y Gómez de Zorrilla (nacida el 18/8/1712,  de cuyo parto, bueno de su puerperio, moriría su madre el 1/5/1713). Como no podía ser de otro modo, la misma casó con otro escribano público, Antonio Alonso de la Torre y García de Santillana, descendiente de escribanos públicos de Arroyo y Población desde un Pedro Alonso de la Torre “El reviejo”, escribano real en Arroyo a mediados del siglo XVI (con sus protocolos notariales me estoy enfrentado ahora). Pero la historia de nuestra familia como una familia de escribanos es algo que te sigo debiendo. 

Comentarios

  1. Hay dos cosas que no has citado y que no entiendo muy bien por qué:

    La primera el aforismo que encabeza la comunicación: “Dos oficios hallo que han de ejercerse por hombre de buen linaje, uno el de boticario, otro el de escribano. Porque, el uno con la purga y el otro con la pluma, matan callando”. Lo meto aquí, porque sino no se entiende que explique un apotegma (dicho popular) que no aparece por ningún lado en la comunicación trascrita.

    la segunda, toda la parte nueve de esta comunicación. ¿Será por qué le doy un poco caña a tu abuelo el primer marqués?.

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