CAPILLA DE LOS «RUIZ MANRIQUE / MADRAZO ESCALERA», EN LA IGLESIA DE TOBA DE VALDIVIELSO (Irene Garmilla)

El licenciado don MATEO RUIZ-MANRIQUE Y SARAVIA DE RUEDA, y su primera esposa, doña FRANCISCA MADRAZO-ESCALERA Y RUEDA DE VELASCO, tras haber conseguido el 10 de mayo de 1663 la licencia de los provisores del arzobispado de Burgos, se reunieron a 4 de junio de dicho año en Toba, lugar de donde eran vecinos, para firmar con los representantes de la parroquia de San Esteban la escritura con las condiciones relativas a la construcción y fundación de una capilla para sus enterramientos. Se trataba de reflejar en acta dichas condiciones ante el escribano de Arroyo, Pedro Saravia Villasante, estando también presentes el bachiller Joan de Bañueta, cura beneficiado de Santa María en el lugar de La Puente y capellán de la iglesia de San Esteban en Toba, así como don Vicente Gómez Zorrilla, vecino del lugar de Toba y mayordomo lego de su parroquia, constituyendo ambos, como «mayordomos clérigo y lego», la parte que representaba a la parroquia de Toba. Los Ruiz Manrique ya poseían en aquella iglesia una sepultura, cuya escritura databa del 4 de noviembre de 1558, otorgada ante Hernando de Huidobro, escribano de Santa Olalla, pero había llegado la hora de construir algo más amplio. En la presente escritura de fundación de la capilla se decía, entre otras cosas, lo siguiente (1): «...por parte de los dichos lizenciado don Mateo rruiz manrrique saravia y doña Francisca madrazo y rueda de belasco , su muger, se dio pedimento ante los probisores de este arço Bispado de Burgos en que dijeron tener una sepultura en la yglesia de dicho lugar de Tova, eredada de sus antepasados, y un asiento con ella junto a las gradas del altar mayor con sus lápidas y armas de las casas antiguas de los rruizes, y que siendo reconocida y ocupada la dicha sepultura, (...) desean azer y fabricar en dicha yglesia del dicho lugar de Tova una capilla al lado del ebangelio y a ella trasladar los guesos de sus antepasados sin que por ello sea visto perder el dominio y uso de la dicha sepultura». Las dimensiones de la capilla que solicitaban, situada a la izquierda de la nave según se mira al altar mayor, serían catorce pies de ancho (3,90 m) y dieciocho de largo (5,015 m). Por otra parte, se dejaría rasa la antigua zona de sepultura y asiento junto a las gradas del altar mayor que, según se dice, habían ocupado hasta entonces doña Francisca y sus criadas, y quedaría ya libre para que nada impidiera el paso por ese lugar, y resultara más cómodo para los movimientos del celebrante, aunque la familia mantenía el derecho de utilizar también esa sepultura para quien ellos decidieran enterrar allí.
En cuanto a lo que iban a tener que pagar don Mateo Ruiz Manrique y su esposa, las cantidades anuales establecidas eran las siguientes: «ochocientos maravedíes de renta perpetua en cada un año por el sitio de la dicha capilla,(...) poniéndolo todo en bienes libres y seguros», que se abonarían «además de los doszientos que pagava anttes de aora por la dotazión de la sepultura que tiene junto a las gradas del altar mayor» y finalmente también una dotación a la iglesia parroquial de Toba «de quinientos maravedíes de renta en cada un año, poniéndolos y fundándolos en bienes raíces de toda seguridad y abono para su perpetuidad, los quales se an de convertir en hornamentos y aderezos de ellos y reparos de dicha capilla y demás cosas necesarias para que siempre esté en pie y con dezencia que se deve». Total: mil quinientos maravedíes anuales. Y con una condición muy importante: «que no se siga daño ni rruina a la yglesia por el rrompimiento que se a de acer en ella para acer dicha capilla» y se especifica que don Mateo y doña Francisca responderían por los posibles daños y perjuicios. Faltaría más. Ya se encargarían los patronos de la futura capilla de buscar un buen maestro de obras. Tengo constancia de que cuatro años antes, en 1659, Mateo Ruiz Manrique había contratado al maestro de cantería Joan de la Garmilla, residente en Puentearenas, para que realizase reparos en las casas de su mayorazgo sitas en Toba con un coste de novecientos cincuenta reales (3), pero no sé si el contrato relativo a esta capilla lo hizo con el mismo maestro de obras, porque aún no he podido localizar dicho contrato.
Sobre los antepasados de DON MATEO RUIZ MANRIQUE Y SARAVIA DE RUEDA, y su remota genealogía, el tema es tan complicado, con unas fuentes tan variopintas y dudosas, que prefiero dejárselo a nuestro experto en genealogías Juanra Seco. Pero por situar de algún modo a don Mateo, y no dejarlo como si hubiera brotado en un arbusto, diré, citando la fuente que me ha parecido más fiable (4), que nació en Toba de Valdivielso el 28 de septiembre de 1637. Fue hijo del licenciado MATEO RUIZ MANRIQUE Y VELASCO, Abogado de los Reales Consejos y Corregidor de Reinosa, y de BEATRIZ SARAVIA DE RUEDA, natural de Santa Olalla, hija de LESMES SARAVIA DE RUEDA y CASILDA GARCÍA. Su abuelo paterno sería MATEO RUIZ DE MATA Y VELASCO, casado con BEATRIZ MANRIQUE DE LAMARIANO, hija del licenciado ALONSO MANRIQUE ESPAÑOLA y de su esposa TERESA DE LAMARIANO Y MENDOZA, estos dos últimos naturales de Cisneros (Palencia). (5)
Al parecer, DON MATEO RUIZ MANRIQUE Y SARAVIA fue Teniente de Corregidor de Burgos y Alcalde Mayor de aquel Adelantamiento, así como también Subdelegado de Superintendente General de Millones y Rentas Reales, y sirvió durante cinco años como Corregidor de Santo Domingo de la Calzada y otros tantos como Corregidor de Nájera a partir de 1673. Consiguió hacerse una fama de hombre íntegro y estricto donde los hubiese, y esto le llevó a ser persona de confianza en asuntos de la Hacienda Real, sobre todo en lo que ahora podríamos llamar «lucha contra la corrupción», pero, claro, nos estamos saltando unos cuantos siglos, y en el siglo XVII las cosas eran un poco diferentes. Se cuenta de él, por ejemplo, que, comisionado por el Consejo de Castilla, investigó «una casa de moneda en la Provincia de Guipuzcoa, donde condenó a los culpados a fuegos, açotes, galeras y presidios, no obstante ser los Guipuzcoanos tan observantes de sus leyes» (5).
En cuanto a la esposa de don Mateo, DOÑA FRANCISCA MADRAZO-ESCALERA Y RUEDA DE VELASCO es una de las poquísimas mujeres que rubrican con su nombre y apellidos un acta notarial en el siglo XVII, y para colmo firmó la primera, con letra picuda y trazo garboso, y con la firma de su marido debajo de la suya. Para eso había que ser muy poderosa. Normalmente a las señoras se las mencionaba a veces como parte en los contratos, previa autorización de sus maridos, o meramente como cónyuges, pero sus nombres no aparecían entre las firmas al pie de los documentos. En el caso de doña Francisca se da la excepción. Estamos ante una dama de muy antigua nobleza (6), nacida en Espinosa de los Monteros, hija de don PEDRO DE MADRAZO Y DE LA ESCALERA, Montero de Cámara del rey Felipe IV, y de ISABEL DE RUEDA VELASCO; nieta de don DIEGO MADRAZO AZCONA, asimismo montero, y de doña JUANA DE LA ESCALERA Y ZORRILLA DE SAN MARTÍN, a su vez hija de DIEGO RUIZ DE LA ESCALERA Y VELASCO, «Montero de Cámara del Rey y Repostero de Camas de la Reina»; biznieta del montero, y familiar del Santo Oficio de la Inquisición, don PEDRO RUIZ MADRAZO Y PORRES, casado con doña CATALINA RUIZ AZCONA; y también fueron monteros ilustres el padre y el abuelo de este bisabuelo, todos naturales y vecinos de Espinosa de los Monteros, pero no voy a aburrir con más nombres. Solo añadir, como cosa notable, que Francisca era hermana del caballero de Calatrava don DIEGO MADRAZO-ESCALERA Y RUEDA DE VELASCO, al que sería otorgado por Real Despacho de Carlos II el marquesado del Valle de la Colina el 24 de julio de 1690, y que fundaría en México una importante dinastía de ricos hacendados, principalmente ganaderos y cultivadores de tabaco, la cual perduraría con nombres ilustres de monteros de Espinosa, y con las grandes haciendas en México hasta finales del siglo XIX, continuando el marquesado del Valle de la Colina en la familia Madrazo-Escalera hasta la actualidad.
El domingo 16 de noviembre de 1661, el bachiller Joan de Bañueta, capellán del lugar de Toba, publicaba las amonestaciones matrimoniales de FRANCISCA MADRAZO RUEDA DE VELASCO y MATEO RUIZ MANRIQUE SARAVIA (7). Pero poco iba a durar este matrimonio, unos cuatro años como mucho, porque sabemos que Mateo contrajo segundas nupcias en Nájera el 26 de abril de 1666 con doña CASIMIRA CLARA DE OCIO Y CORDERO. A Francisca solo le dio tiempo de tener dos hijos, Juan Antonio y María Antonia, y de fundar una capilla, en la que sería sepultada cuando la tenía prácticamente recién construida (sic transit gloria mundi). Tampoco su hijo varón, JUAN ANTONIO RUIZ-MANRIQUE Y MADRAZO-ESCALERA, viviría lo suficiente para heredar, ya que el varón mayor que heredó los mayorazgos de Toba, Santa Olalla y El Almiñé fue JOSE ANTONIO RUIZ MANRIQUE Y OCIO, hijo de la segunda esposa, doña Clara de Ocio, según el documento de partición e inventario de la herencia de don Mateo Ruiz Manrique (8), redactado en 1679. Podría decirse que de doña Francisca solo quedó, como legado para la historia, la pequeña capilla funeraria que hizo construir en la iglesia de Toba, y que ahora todavía podemos ver, tal vez algo remodelada en algún momento durante los siglos que han transcurrido desde su construcción (sobre esto último algo podría decir nuestro lector de piedras, Enrique Díes Cusí).
Las piedras hay que conservarlas; bien lo saben y lo hacen los actuales vecinos de Toba. Las piedras son portadoras de nombres, sobre todo si las unimos a los viejos documentos que duermen en los archivos. Los muros guardan en su silencio muchas voces de mujeres y hombres que nos precedieron en esta tierra valdivielsana, llena de viejos linajes. «Los muertos nos interpelan, quieren que los encontremos», oí decir hace poco a un historiador. Desde luego, quieren que los recordemos. He aquí dos de ellos: doña Francisca Madrazo de la Escalera y Rueda de Velasco, don Mateo Ruiz Manrique y Saravia de Rueda, en su capilla de la iglesia de Toba de Valdivielso.

[Mi agradecimiento a M Angeles Martinez de la Torre, excelente fotógrafa y mejor amiga, por haberme prestado su hermosa foto de la capilla de los Ruiz-Manrique.]
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(1) Archivo Histórico Provincial de Burgos. AHPB: Protocolo 3.070, folios 489 hasta 492. Escribano Pedro Saravia Villasante. Año 1663.
(2) “pie castellano” o “pie de Burgos” = 27,8635 cm.
(3) AHPB: Protocolo 3.065, folios 237v hasta 238r. Escribano Pedro Alonso de la Torre el Joven. Año de 1659.
(4) Extracto de los expedientes de la Orden de Carlos III. 1771- 1847. Vicente de Cadenas y Vicent.
(5) Relaciones de servicios prestados por los Ruiz Manrique, así como genealogías de ellos y de familias con las que emparentaron: Archivo del Territorio Histórico de Álava, Fondo Varona, signaturas ATHA-DAH-FVAR-001-007-03 y ATHA-DAH-FVAR-001-006-08.
(6) Casas solariegas de los Madrazo y Escalera. Archivo del Territorio Histórico de Álava, Fondo Varona. ATHA-DAH-FVAR-001-006-11.
(7) Certificación de la publicación de las amonestaciones matrimoniales de Francisca Madrazo Rueda de Velasco y Mateo Ruiz Manrique. Emitida el 19 de noviembre de 1661. Archivo del Territorio Histórico de Álava, Fondo Varona. ATHA-DAH-FVAR-001-006-09.
(8) Copia autentificada del inventario y tasación, realizados en 1679, de los bienes del vínculo y mayorazgo que gozó Mateo Ruiz Manrique. Archivo del Territorio Histórico de Álava, Fondo Varona. ATHA-DAH-FVAR-005-001-01.

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