Huir de la Corte y sus falacias, para buscar la verdad y alcanzar la Gloria en un valle paradisíaco: el sueño de GERÓNIMO FERNÁNDEZ DE MATA, (Irene Garmilla)

 


«Tiene este sitio un valle ameno, deleyta el alma, atrayendo à si el entendimiento, de suerte que no dexa copiarse, ni dio retrato suyo à soledad alguna; del ocaso le viene su mayor adorno; de el viento embiado, que à toda criatura favorece; respiracion suave que varias plantas le sustenta; dulces violetas, lyrios cardenos; murtas olorosas. Aqui incluye una fuente, cuyo origen no se manifiesta, segun concurren à ocultarle yerva y flores. [...] Eminentes peñas cierran su fria destemplanza al Norte: sola aquella parte abrieron que baste a deleytarle en el Estio. Este es mi valle, adonde mas la soledad frecuento: valle de Aurelia, dicen los pastores, soyle por razon obligada, pues hallo en el un nuevo exemplo de virtud, que tendra suspensas estas soledades, tierna materia al que las leyere...»Huir de la Corte y sus falacias, para buscar la verdad y alcanzar la Gloria en un valle paradisíaco: el sueño de GERÓNIMO FERNÁNDEZ DE MATA, novelista y filósofo del Siglo de Oro nacido en una familia valdivielsana de capellanes, funcionarios y militares, la cual estuvo al servicio de Carlos V y de los Felipes II, III y IV.

Así habla AURELIA, una joven que, desengañada de los placeres y el boato de la Corte, desea hallar en soledad un sentido para su vida. Para ello, acude al lugar donde otros pueden mostrarle el camino, ya que, como a este valle no puede faltarle de nada, también hay en él tres eremitas: “EL HERMITAÑO” y la mujer penitente FIDENIA, que serán los maestros de Aurelia, y otro ermitaño venerable que fallece al poco de llegar esta. «No lejos del sitio que frequento, habita un varon, venerable Hermitaño, de virtud conocida, a quien la abstinencia tiene macilento, sin humedad los ojos del continuo llanto; la piel toda arrugada, poco menos su color que Etiope; cano cabello y barba crecida hasta la cinta; un saco de áspera materia, y de duras cortezas; una soga, que al cuerpo se le ajusta. [...] Es su Hermita natural un peñasco roto, por cuyas aberturas entran silvestres arboles...» Este hombre cuenta que fue soldado y que se desengañó del valor de una “honra” vana conseguida en guerras y combates.
Por su parte, Fidenia causa también una honda impresión en la joven Aurelia, que describe así su llegada a la solitaria cabaña de la penitente: «Entro delante, y en estrechura tanta veo la corteza ligera de un alcornoque duro, luego una piedra sin parte llana que, aun pequeño, descanso prometiesse. Enfrente una pesada Cruz de dos brazos de encina, espinos la guarnecen, y sangre que en las puntas mostraban. Al pie atado un manojo de mimbres, quanto la mano abarcar puede, bermejos todos en dura penitencia teñidos.» Y el encuentro con Fidenia: «... cerca de la cabaña oygo un suspiro como de aliento fatigado. Pongome à la puerta, y veo venir una muger, que espanto me pone: los pies descalzos, sin orden y enhetrado el cabello, embuelta en un silicio de esparto, el color de su rostro, qual la hoja en Noviembre al pie del arbol; las manos, mas obscuras, à las vetas del evano imitaban.» Y Aurelia empieza a oír el discurso de una mujer que, en medio de las penalidades, se siente salvada. Así dice Fidenia: «Lo que aora soy, intenta borrarme lo que fui: A esta soledad vine muerta; y sientome à la vida restaurada. Aqui el conocimiento no se mezcla con apetito humano, traerle à la memoria es mi mayor castigo. Dos felicidades logra quien con entero animo esta mi hazaña emprehende; una eterna; otra el modo de adquirirla.»
Pero, ¿quién es el autor de esta novela titulada “Soledades de Aurelia”, impresa por la editora Catalina de Barrio y Angulo en Madrid en 1639? De él se sabe que se llamaba GERÓNIMO FERNÁNDEZ DE MATA y que en una dedicatoria a Felipe IV decía lo siguiente: «A la Sacra y Real Majestad: Criados antiguos de V. Majestad fueron mis padres y hermanos, por mercedes de su Rey vivosen servicio de su Rey acabados. Proseguir estos afectos da materia a que mi nombre impreso llegue al mayor trono...». Esta es la dedicatoria que aparece en “Crates y Hiparchia [Hiparquía], marido y muger. Philosophos antiguos, contra la ambición y los afanes mundanos”, un texto en forma de diálogo que también escribió Gerónimo Fernández de Mata y que se imprimió en la Imprenta Real en 1637 [digitalizado en http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000080828&page=1]. Estos diálogos filosóficos fueron su obra más famosa, junto con “Soledades de Aurelia”, cuya primera edición de 1639 está desaparecida. De ambas obras se hizo una reimpresión conjunta en un solo tomo en 1737 [digitalizada también en la Biblioteca Digital Hispánica http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000092747&page=1]. Gerónimo Fernández de Mata escribió asimismo una obra titulada “Ideas políticas y morales”, impresa en Toledo en 1640, así como algunos poemas recopilados en poemarios manuscritos de la época, y seguramente algunas obras más, que estarán desaparecidas. Pero “Soledades de Aurelia” es su obra más leída y comentada: fue editada de nuevo en el siglo XX, en 1918, por el actor y escritor Luis Esteso en su Biblioteca de Autores Célebres con el impresor Juan Pueyo, y hubo una reimpresión realizada por la Imprenta Pueyo en 1970. Dice Luis Esteso en el prólogo: «Soledades de Aurelia es una de las más bellas y entretenidas novelas de nuestros clásicos, aunque Gerónimo Fernández de Mata, que es autor también de Crates y Hiparchia, marido y mujer filósofos antiguos, no es todo lo conocido que por esta bellísima producción merece.»
Esto es todo lo que se sabe sobre GERÓNIMO FERNÁNDEZ DE MATA, según se dice en las referencias a este autor y en los comentarios sobre su obra que he podido ver, donde siempre lo tildan de escritor misterioso y con origen desconocido. Sin embargo, la pertenencia a una familia de servidores del Rey que él mismo declara en la dedicatoria mencionada, y lo que explica Luis Varona en su nobiliario “Origen y descendencia de diferentes familias y casas de España”, nos permiten situar sus orígenes familiares en Valdivielso y saber que su padre fue GARCÍA DE MATA, natural de Puentearenas, señor de la Casa y Mayorazgo de los Mata, y despensero mayor* del rey Felipe II. Y que su madre fue ANA FERNÁNDEZ DE QUECEDO Y RODRÍGUEZ, hija de ALONSO FERNÁNDEZ EL VIEJO, señor de la Casa de los Fernández del Barrio del Poyo en Quecedo, y hermana del capellán don BARTOLOMÉ FERNÁNDEZ DE QUECEDO, al que ya conocimos en Tordesillas velando los restos mortales de la reina Juana I de Castilla, y que en su testamento nos daba también información sobre los Fernández de Mata. Era su principal heredero AGUSTÍN FERNÁNDEZ DE MATA, hermano del escritor, que fue capellán de la Real Capilla de los Reyes Nuevos de Toledo, colegial del Colegio del Rey de Alcalá, y administrador del Hospital del Cardenal Tavera de Toledo.
Aún más información encontramos en el testamento y en los documentos del primer Conde de Fuentes, don Pedro Enríquez de Acevedo (o también de Guzmán), Grande de España y capitán general de Portugal y de los Tercios Flandes, consejero de Estado y Guerra, y gobernador del Estado de Milán desde el año 1600, un gran político y estratega militar que, para su servicio al rey Felipe III, contó con los hermanos Bartolomé y Pedro Fernández de Mata. De PEDRO FERNÁNDEZ DE MATA se nos dice que en 1605, cuando pertenecía a la compañía del capitán y poeta Antonio de Paredes, recibió un aumento en su paga por sus buenos servicios; en diciembre de 1606 fue nombrado sargento; en enero de 1610 una cédula del conde de Fuentes le menciona como alférez y le concede de nuevo un aumento especial en su paga. Por otra parte, en el nobiliario de Luis Varona se habla de su participación en el sitio de Vercelli (Piamonte), que tuvo lugar entre el 27 de mayo y el 6 de julio de 1638, y también de algún cargo en el gobierno del Reino de Sicilia.
Por lo que respecta a Bartolomé, resulta que, mire usted por dónde, también trabajaba con el lenguaje, como su hermano Gerónimo el escritor, pero de una manera muy diferente: BARTOLOMÉ FERNÁNDEZ DE MATA, al menos desde 1602, escribía importantes cartas cifradas desde Milán, pues fue criptógrafo (“encargado de la cifra de Su Majestad”) y secretario de Estado y Guerra en el Milanesado, con el mencionado gobernador don Pedro Enríquez de Acevedo, I Conde de Fuentes. Tras el fallecimiento de este en 1610, al parecer siguió trabajando con su sobrino nieto Manuel de Acevedo y Zúñiga**, II Conde de Fuentes y Grande de España, que fue presidente del Consejo de Italia y miembro del Consejo de Estado del rey Felipe IV, condestable de Castilla, presidente de las Cortes de Aragón, embajador ante la Santa Sede, virrey del reino de Nápoles, teniente general de los ejércitos en la guerra con Portugal y algunas cosas más. Bartolomé fue durante algún tiempo su secretario y hombre de confianza. Sin embargo, aunque no sabemos desde qué año, vemos en 1616 a Bartolomé Fernández de Mata de nuevo en Milán, cifrando y firmando cartas como secretario del entonces Gobernador de Milán, don Pedro Álvarez de Toledo y Osorio.
Según Luis Varona, además de los hermanos varones Agustín, Pedro y Bartolomé, que no tuvieron descendencia conocida, también una hermana tuvo Gerónimo Fernández de Mata, que fue María, camarera de la reina Margarita de Austria y esposa de don Diego de Abarca***. María Fernández de Mata fundó una capellanía en Quecedo y falleció sin haber tenido hijos. Gerónimo se casó con doña Juana Gómez de Quecedo, hija de Pedro Gómez de Quecedo, el cual fue ayuda de cámara de Felipe III. Tuvieron una hija llamada María Josefa, que sería monja en el convento de Santo Domingo el Real de Madrid.
GERÓNIMO FERNÁNDEZ DE MATA solo es conocido como escritor. El hecho de que no siguiera la tradición familiar de ganarse la vida como capellán o funcionario de la Corte podría explicarse teniendo en cuenta su admiración por el ascetismo, o porque se conformara con los réditos que le diesen las herencias familiares, por ejemplo, el mayorazgo fundado por su tío, el capellán real don Bartolomé Fernández de Quecedo, un mayorazgo que recaería en él después de haberlo tenido su hermano Agustín. Sin embargo, es curioso que: (1) el nombre de Gerónimo no aparezca mencionado en el testamento del capellán de la reina Juana, donde este tantos sobrinos menciona; y (2) aún es más curioso que Luis Varona en su nobiliario no hable de sobrinos, sino de nietos. Podríamos pensar, a modo de explicación, en el apartado (1), que a un capellán cortesano su sobrino escritor podía resultarle demasiado bohemio e informal como para dejarle ni siquiera un maravedí, y que se removería en la tumba cuando, por cosas del destino, su mayorazgo finalmente fuera a parar a manos del novelista y moralista profano. En cuanto a la contradicción (2), se podría pensar en aquello de que muchos hijos de cura llamaban tío a su padre, y que el capellán don Bartolomé Fernández de Quecedo optaría por adjudicar directamente los suyos a su hermana Ana, para que le pudieran llamar tío con razón. Sin embargo, tal vez don Luis Varona prefirió evitar cualquier sospecha de incesto, por lo que colocó a Ana como hija del cura (que para procrearla podía haber tenido tiempo suficiente antes de pronunciar los votos), con lo que los hijos de esta, casada legítimamente con el despensero mayor García de Mata, serían nietos del capellán, tanto si todos ellos lo eran, como si no. Así pues, ¿sobrinos o nietos? También son ganas de complicar la vida a los que siglos más tarde queremos escribir esta historia, pero quizá este lío nos sirva precisamente para entender los complicados disimulos y artificios que generaba la rígida, pero frecuentemente incumplida, moral de la época.
Me gustaría saber más sobre la vida de Gerónimo Fernández de Mata, del que solo sabemos que fue el eslabón suelto de una familia valdivielsana muy convencional, que le atraían los eremitas, y que también se interesaba por filósofos como HIPARQUÍA DE MARONEA (ca. 346 a. C. – ca. 300 a. C.), una de las primeras mujeres filósofas, y CRATES DE TEBAS (368 a. C. – 288 a. C.), ambos discípulos de Diógenes, pertenecientes a la escuela “cínica”, o sea, la de los filósofos que vivían como “perros” en la calle, prescindiendo de cualquier comodidad, optando por una vida de pobreza total, para ejercer desde ella una dura crítica a las banalidades de la sociedad mundana. ¿Tendría esta filosofía algo que ver con el propio estilo de vida de Gerónimo Fernández de Mata? ¿Se sintió el escritor, por sí mismo o a través de sus parientes, desengañado de las supuestas ventajas y el vano esplendor de la vida cortesana? No lo sabemos a ciencia cierta.
Dice Hiparquía: «Mudo desengaño del poder humano, arbol triste que sin voz persuades, ¿quien te ha puesto tan afeado y solo? Pues no fuiste ingrato en tu prosperidad, ni la negaste a quien la quiso. Sombra diste al jornalero fatigado, adorno a la ribera, alvergue a los pajaros donde fabricassen sus nidos. Aora no ay quien te conozca, ninguno se precia de mirarte, su lado te niegan los que ayer te adulavan. La Primavera, siendo con tus vezinos liberal, cierra la mano quando por ti passa.»
Y su esposo, Crates, termina el diálogo diciendo: «... [el Principe]... mercedes le assegura, honras promete. El las estima humillado, mas en su intento persevera. Buelve los ojos, mira quanta riqueza, quanta veneracion retrata aquel lugar magnifico, y a la tierra inclinado señalando con el dedo, dize. O Madre universal, si tu produces algun don perdurable, este me concedas de otra suerte; bien que no dura, no le estimo; mal que se acaba, no le temo.»
Y me voy ya con la frase final de la dulce Aurelia: «Callemos, que ya el solitario cantando, llama desde las peñas à la noche, caen las sombras de los montes, y quantos ojos va el silencio cerrando, tantos sobre la tierra abrir el Cielo quiere.» Amén.
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Notas
*Nombrado por el Marqués de Velada en 1588 para la casa de Sus Altezas, el infante Felipe y la infanta Isabel. [“Don Gómez Dávila y Toledo, II Marqués de Velada, y la Corte en los reinados de Felipe II y Felipe III, 1553-1616”- Santiago Martínez Hernández –UCM 2002].
En 1582 encontramos otro despensero mayor de Felipe II: Juan Ruiz de Valdivieso, nombrado en 1579 despensero del Rey, y que antes lo había sido de la Reina.
«Despensero mayor: Juan Ruiz de Valdivieso, antiguo oficial del contralor del príncipe don Carlos, fue el primer ocupante de un oficio que tenía 68.000 maravedís de gajes al año mas una ración de cuatro panecillos y un azumbre de vino y dos libras de vaca y otras dos de carnero al día y los días de pescado, en lugar de la carne, tres libras de pescado çeçial y ocho huevos, lo que suponía otros 32.000 maravedís anuales. Sin embargo, Ruiz de Valdivieso reclamó un aumento a 150.000 maravedís en total, lo que el marqués de los Vélez le concedió el 27 de marzo de 1576. Su servicio se prolongó hasta el 23 de agosto de 1579 en que en El Escorial se le concedió tener el mismo oficio en la casa del rey, siendo relevado en la de la reina por el sumiller de la cava Hernán Martínez de Montalvo, que también optaba al oficio de despensero mayor de la casa del rey, que serviría hasta su muerte el 16 de noviembre de 1592.» [“Organización de una Casa -El Libro de Veeduría de la reina Ana de Austria” -de José Eloy Hortal Muñoz]
También [Cloulas Ivan. La monarchie catholique et les revenus épiscopaux : les pensions sur les «mitres» de Castille pendant le règne de Philippe II (1556-1598). In: Mélanges de la Casa de Velázquez, tome 4, 1968.]
**”Copia de un memorial de Bartolomé Fernández de Mata, secretario de Manuel de Acevedo y Zúñiga, conde de Fuentes, a Felipe III, rey de España, sobre el asunto de la playa de Baya.”
Archivo General de Simancas, EST,LEG,1436,71. Digitalizado en PARES.
*** Tal vez se trate de don Diego de Abarca Maldonado, toledano, Contador mayor de la Cruzada, Caballero del hábito de Santiago, famoso porque el 17 de abril de 1641, mató en desafío al gran rejoneador don Luis Trejo. A su vez, don Diego fue asesinado el 28 de diciembre de 1643.
Enrique Díes Cusí, Ricardo Antón Fernández de Carranza y 21 personas más
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