Quecedo en el Catastro de la Ensenada

El Catastro del Marqués de la Ensenada de 1753 no se trata de un censo de población, sino de una evaluación de la riqueza de los pueblos. La intención al elaborar el catastro era simplificar el sistema de impuestos de la Corona de Castilla. El catastro comenzó a elaborarse en 1740, con la firma de Fernando VI de la Cédula Real que aprobaba su ejecución, y las labores de recogida duraron hasta 1753. Se envió un interrogatorio de 40 preguntas a cada pueblo que los representantes de la justicia (normalmente el alcalde acompañado de otras personalidades destacables) debían responder.Sobre el Catastro del Marqués de la Ensenada en Valdivielso ver en Pares, también la entrevista de Jokin a Ana Rallo. En Pares puedes encontrar la versión corta, data del 23 de Agosto de 1752 y da cuenta de una descripción de Quecedo en la que colaboraron Josef de Saravia, Simón Mata, Gabriel de Huidobro y Lorenzo García. Hay que hacer notar que las personas que contestan las preguntas del catastro, si bien eran vecinos destacados y letrados, no eran los personajes más acaudalados. Estos debieron haber sido los Varona, señores de la Casa fuerte de Huidobro (y que no vivían en Quecedo). La vida en Quecedo aparece austera y rural. La población la componían cuarenta y un vecinos, catorce viudas, y cinco habitantes. En el pueblo había 73 caseríos habitables y treces pequeños. En el pueblo no había ni mesón, ni taberna, ni panadería. Es que tal como reconocen, Quecedo no era  un lugar de tránsito. Tampoco había carnicería, mercados, ni ferias, ni hospital, ni albergue para los pobres. Así, si es que estos llegaban eran asistidos de caridad por los vecinos y el Consejo en la manera que puedan. Respecto a las obras pías, sólo hay una, fundada por el obispo Temiño en Puente Arenas, y cuyo administrador es Juan García Huidobro, el único hermano hombre de Francisco García Huidobro que quedó en Quecedo. El mundo de Quecedo era rural, aprovechándose cada lugar que pudiese dar algún fruto.  En Quecedo crecían hortalizas, viñas, trigal para trillar, cebada, maíz, lentejas, habas, titos,arvejas, garbanzo, lino etc . También habían montes altos de hayas. En el catastro se señala que de los frutales  dan guindos, cerezos, manzanos, perales, nogales y otros. Hay un conocimiento bien acabado de las tierras de Quecedo y de su productividad. Hablando de ésta, dicen, por ejemplo,  que la fanega de tierra secana de primera calidad sembrada con una fanega de trigo produce cuatro y media, y sembrada con una fanega de cebada produce cinco, y sembrada con fanega y media de habas produce cuatro y medias. Así van analizando la tierra y su productividad de manera "científica". La fanega de tierra de quinta calidad sembrada con una fanega de cebada o avena produce fanega y media, mitad con precaución que estas últimas calidades de tierra sólo se siembran para resguardar las otras, que si no no se sembrarían. Hay también ganado mayor y menor en el pueblo. Así hablando del ganado menor se menciona otro monte alto de encinas que llaman la hera para criar grana y la  que queda según cae la come el ganado menor del pueblo. En Quecedo parece que toda tierra, montes o en el valle, se aprovecha. Dijeron que los árboles de fruto llevan de todas especies grandes y pequeñas y regulan el producto de cada uno. También hablaron del molino harinero de tres ruedas que tenía el pueblo a orillas del Ebro y que el consejo regula su utilización. Se producía miel.  Es interesante el tema de las colmenas porque aparecen algunos nombres concretos: los herederos de Michaela Goméz tienen dos colmenas; Gabriel Gonzalez Saravia, vecino de Arroyo, tres; Antonio de la Torre menor, vecino de otro lugar, una; Manuel de Anze , ocho; Thomas Rodriguez, tres; Pedro de Anze, cinco; Manuel Antonio Fernández de Valdivielso, cinco.  Se mencionan 31 labradores, algunos con nombre y apellidos, y cada uno de ellos no trabaja menos que 120 días al año. También hay cuatro hijos de familia que asisten a sus padres en la labranza. Otro dato interesante es que se dice que no hay ningún habitante que tenga embarcación sea en el mar o en el río. Quecedo, vida sencilla y sacrificada. 

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