Capítulo 35:, Gonzalo Figueroa García Huidobro y la Isla de Pascua

Corría el último año del Gobierno del General Ibañez del Campo en 1958. Se celebraba el año internacional de la Geofísica. Un buque de la armada regresaba de su travesía desde la isla de Pascua arropado en un mar de olas impredesibles. Sentados a cubierta dos adolescentes miraban cómo la isla se iba haciendo cada vez más pequeña hasta convertirse en un pedazo de roca en medio del mar. "Hasta desvanecerse como si fuese sólo un recuerdo", pensó Pablo García Huidobro Garcés, de 20 años. Este era el menor de los cinco hermanos de Fernando García Huidobro Dominguez y de Lucía Garcés Ugarte. A su lado, su primo hermano, Gerardo Velasco García Huidobro, también de 20 años, no pensaba lo mismo. Mientras más pequeña se hacia la isla en el horizonte, más grande se hacia la necesidad de pensar en cómo y para qué regresar de nuevo. Este era el segundo hijo de la Carmen García Huidobro Dominguez y de Alfredo Velasco Sanfuentes. "Ahora nos esperan 8 largos días hasta Valparaíso" remató Pablo García Huidobro. "Te apuesto lo que quieras que voy a volver a este lugar antes de lo que piensas" sentenció Gerardo que ya pensaba los medios adecuados para realizar sus sueños.

La aventura se había gestado mucho antes, a través de otro primo, algo mayor que ellos. Se trataba de Gonzalo Figueroa García Huidobro, entonces de 27 años, arqueólogo de profesión. Este Gonzalo era hijo de la Teresa García Huidobro Dominguez y de Enrique Figueroa Peréz. Este venía a ser alguien como el Indiana Jones de la familia. A los 24 años se había unido a los trabajos arqueológicos que llevaba a cabo en la isla de Pascua el famoso arqueólogo Noruego Thor Heyerdahl. Éste era quien había navegado en 1947 en una nave de juncos desde el Perú a la Isla de Pascua para defender su teoría que la isla había sido poblada desde latinoamerica. La relación entre Thor y Gonzalo fue una mezcla de amistad y rivalidad, respeto y conflictos. Thor describió a Gonzalo como un joven atlético y aristocrático, con un don cameleónico de adaptarse naturalmente a las más distintas condiciones de vida. Con todo, y a pesar de que ambos trabajarían juntos en distintos proyectos, las diferencias entre ellos no eran menores. La primera y más evidente, Gonzalo Figueroa García Huidobro creía, como la mayoría de los antropólogos, que el origen de los rapa nui era oceánico y no américano. Pero también había diferencia de carácteres. Gonzalo, como representante del Gobierno de Chile, era una mezcla de celoso guardador de los derechos del país, y, al mismo tiempo, un arrojado, y a veces, imprudente aventurero. Famoso fue el incidente cuando el chileno insistió a los pascuences que se registrasen en un cuaderno del gobierno, lo que produjo un lenvantamiento violento porque los nativos pensaban que se trataba de un truco para esclavisarlos. Sólo la prudencia de Thor pudo salvar a Gonzalo Figueroa de  consecuencias lamentables. Como sea, Gonzalo se quedó varios años en la isla de Pascua, entre otras cosas, porque allí conocería a su pareja, Angélica Pakarati. 

Pablo García Huidobro Garcés y Gerardo Velasco García Huidobro fueron muy bien recibidos por su primo Gonzalo. En ese tiempo muy poca gente iba a la isla. La mayoría de sus habitantes eran pascuences. De hecho el "propietario" de la mayoría de las tierras era un norteamericano que apenas si se asomaba por allá y que tenía cientos de ovejas pastando. La gente fue extraordinariamente acogedora con los dos jóvenes, quienes no tardaron en hacer amistad con los jóvenes de allí. Entre el grupo de amigos estaba la que sería la mujer de Gerardo, una vez que éste pudo volver como representante de la Corfo a la Isla. "¿Pero enamorarse tanto de esta isla para volver?" se preguntaba Pablo mientras navegaban por el Pacífico de regreso a Valparaíso. "No sé, me imagino que mi papá se moriría si me quedase en la isla de Pascua, y peor aún si le presento como polola a una pascuence" pensaba mientras se reía por dentro. Y era verdad, a Fernando García Huidobro Dominguez le hubiese costado muchísimo aceptar a una pascuence en la familia. Mal que mal era el bisnieto del Marqués de la Casa Real. 

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